Subiendo el puerto de Ancares desde Tejedo podremos contemplar el más grandioso panorama de montaña de la sierra de Ancares, formado por su circo glaciar más importante, bajo el pico Cuiña y el Campanario y sobre un enorme bosque centenario de roble. Si tuviéramos que subir al Cuiña desde el fondo del valle llevaría su tiempo y su esfuerzo, pero desde el puerto de Ancares es poco más que un paseo, de los mejor aprovechados de la cordillera Cantábrica.
En el piso superior glaciar del circo se encuentra la laguna de mayor tamaño de la sierra de Ancares, el Pozo Ferreira, y antes de llegar a ella hay un simpático refugio. Por el mismo precio se puede bajar al collado que separa el Cuiña del Campanario y subir a este último, pero eso ya es menos sencillo y no es apto para personas con vértigo. Al sur de estas dos cumbres tenemos a la vista la que es, sin duda, la montaña más brutal de la sierra, o por lo menos, su vertiente más salvaje: el Mustallar o la Mostayal. Al norte del puerto de Ancares, el Miravalles es una montaña un poco más baja que el Cuiña y de similar facilidad de subida, pero de trayecto más largo.
Y por un poco más de kilometraje de coche sale a cuenta disfrutar de las pallozas de Balouta y sobre todo, de las más numerosas de Piornedo, que tiene también varios hórreos de teito o cubierta vegetal, una peculiaridad que solo se da en el occidente de la cordillera Cantábrica (Courel, Ancares, Ibias, Cangas del Narcea y Laciana).
En el libro ANCARES EN COCHE Y A PIE, aparte de 14 rutas a pie por las dos vertientes de la sierra -la de León y la de Lugo- se desgranan historias, tradición, geografía, fantásticas fotografías y una descripción de los pueblos que se visitan en las diez rutas en coche que diseccionan Ancares. En el libro ANCARES Y BURBIA. UN VIAJE AL PASADO, se puede retroceder cuarenta años a unos valles cuyo paisaje permanece pero cuya alma humana se ha ido borrando con el despoblamiento y la desaparición de una forma de vida. El autor captó en sus viajes a la sierra esos últimos suspiros de otra época, de boca de sus habitantes, por medio de leyendas, narraciones, la toponimia de sus montañas -reflejada en los mapas y panorámicas que incluye el libro- y nos describe de forma nítida los personajes que encontró.
Foto 1. La Hoya de Ancares, al final del valle que da nombre a toda la sierra, se eleva el pico Cuiña, sobre el robledal centenario de Mortaldoso
Foto 2. En torno al puerto de Ancares es fácil encontrar rebaños de cabras montesas
Foto 3. Pequeño refugio frente al Cuiña
Foto 4. El Pozo Ferreira
Foto 5. Pico de la Mostayal o Mustallar