“Una vez, nun sé por qué año foi… tudavía andaban las
pesetas… pues teníamos nós aquí un puñín d’uvéas, n’a mía casa, un puñín
d’uvéas, ya eiquí no pueblo había outras poucas más, ya tras taba la mía jefa a
nome de las uvéas de to’l pueblo, porque pa cobrar las subvenciones teníamos
que tener más de once. Entonces axuntáramoslas todas. Entonces un año puníase
la mía, outro puníase un vecín y chegóu un día que dixo: «bueno, esto hay que
parar, aquí tien que estar uno fijo pa las uvéas, si no, no andamos todos los
años cambiando”. Entonces pusienon la mía con etsas.
Viene el lobo ya empezóu a matalas ahí enfrente, ya matalas,
me cago en la puta que lu parió, venía igual a media mañana que a media tarde,
ya nós dábamoslle voces, ya póis, ya las recobramos ya puxiéronos un guardia
toda la semana a guardalas ahí n’una finca. Pero, claro, si viene el guardia,
el lobo nun viene. Ya un día taba allí una muyer que todavía vive, que tenía
dúas —la madre de la fía esa que ta ahí, en C— ya baxólas p’ahí pa debaxo la
casa, donde están esas penas, ya taba la nublina piecha —era por la primavera—,
ya subíu la de la chueca berrando…
—¿Dónde tienes las uvéas, M.?
Diz etsa:
—Metidas p’ahí pa las penas. Voy p’atsi a rozar ya
guardalas.
Ya digo yo:
—Eiquí sube la de la chueca, l’outra matoútela el tsobu—,
pero así en broma.
Y baxó pra ahí pra baixo ya, efectivamente, subieran unos potríus
que había ahí a la vera del pueblo mismo, ya baxóu ya encontróu la otra uvéa a
la vera del río, la uvéa tuvimos que baxar a la vera del río a buscála, lo que
quedara d’etsa.
Ya vivían los guardias ahí en C, ya matáronnos los lobos nueve, ya un
día fui you y dixenon:
—No podemos pagarle las uvejas porque las sus uvejas
mataronlas los perros, porque ahí pa la fonte de B tiran la basura —n’aquel
tiempo— y esos perros, bueno, crió una perra por ahí los perros y son los que
mataron las uvejas y nosotros no podemos pagar.
Eran dos guardias.
Dixe: —Bueno, si son los perros, como dicen ustedes, permita
Dios me pañe a mí el peor cáncer del mundo antes de un año, pero si son los
lobos como digo you, Dios quiera que a ustedes dóus, los pañe el peor cáncer
del mundo, ya además, el ocho de septiembre, doy mil duros a la Virgen del
Acebo pa que lo pañen pronto.
Vengo por ahí pr'acó… yo sabía que era el lobo, ya oye,
volví a la semana veniente ya había un guardia sólo ya taba sentáu ya tsevantóuse.
—Buenos días.
—Buenos días tenga usté.
Dice él: —Oiga, tien las uvejas aprobadas. Ya mandé los
papeles pa Oviedo.
—¿De verdad?
—Sí, sí de verdad.
—Entonces, fuera el cáncer, que si no usté y el outro esta
vez el cáncer lo pañaban. You tengo muita fe arriba porque nunca hice daño a
naide ya con la fe, el cáncer lo pañaban.
—Ah, no, no, tienlas todas aprobadas. Quite el cáncer.”
(*) Esta historia está transcrita lo más fielmente posible de la grabación original. Supongo que habrá muchísimos errores ortográficos, así que si alguien desea corregirme será bienvenido.