miércoles, 27 de febrero de 2013

Raposos

   
   Quizá porque no tengo animales de corral y, por tanto, no corro ningún riesgo con las expediciones de caza del raposo, es éste un animal que me resulta grato ver y encontrar. En muchas ocasiones, cuando he tenido espacio próximo donde aparcar y el bicho no estaba muy destripado tras un atropello, he parado el coche para poder verlo a corta distancia, algo que nunca voy a poder hacer mientras el animal ande vivo. Una vez, recién amanecido, incluso estaba aún caliente. Siempre me han llamado la atención su cara de perrillo travieso, esa cola que parece salida de la peluquería tras pasar el secador de pelo, y sus patitas negras.

   Había un zorro que paseaba tranquilamente por los prados del llano de Babia y al que veía cada pocos meses, al atardecer o al amanecer. El último verano un raposo apareció muerto en la cuneta de la carretera más o menos por esa misma zona. Como no le he vuelto a ver, deduzco que fue él el desafortunado. Le echo de menos, la verdad, porque algo tan trivial como ver un raposo buscando alimento me alegraba el día.

  Es un animal tan sumamente astuto y osado que abundan sobre él al respecto las historias en los pueblos, especialmente cuando hay gallineros de por medio. De esos dos rasgos mencionados tengo una anécdota, allá sobre los primeros días del milenio, que nunca se me olvidará. Mientras contemplábamos la puesta del sol a varios grados bajo cero y a diez metros del vivac donde pensábamos pasar la noche, un ruido de plástico a nuestras espaldas delató a un raposo que se llevaba mi bolsa de la comida, que tenía que durarme cinco días, y que se rompió gracias a que era una fina bolsa de supermercado. De no ser porque sus dientes hicieron de tijera en el débil plástico, a la hora de la cena hubiera maldecido mi torpeza por haberme "olvidado" la comida en algún lugar del coche, sin recordar en qué momento la había sacado allí de la mochila. La expedición hubiera tocado a su fin antes de tiempo y mi compañero no hubiera quedado demasiado contento conmigo. Más tarde, cenando en el interior de la pequeña cueva, se nos coló el zorro en dos ocasiones, a pesar de que el espacio era reducido. Ya a oscuras, dentro de los sacos, hubimos de espantarlo más veces, sabiendo que una vez que nos durmiéramos andaría por entre nosotros como Pedro por su casa, como a la mañana siguiente pudimos aseverar. De las dos velas de cera que habíamos usado para alumbrarnos mientras cenábamos, faltaba una, mientras que la otra tenía claras huellas de dientes. Las velas las habíamos dejado a dos palmos de distancia de donde dormí como un bendito.

   
   Tampoco se me olvida aquel zorro que venía por el camino hacia mí, él subiendo y yo bajando, cerca de  Corros y que, absorto en sus profundas cavilaciones, no se dio cuenta de mi presencia hasta que intenté sacar la cámara de fotos, ya a poca distancia. Igual fue el mismo que unos meses más tarde cometió el grave (y último) error de saltar el muro de la casa de Pepe, donde las mastinas, Chenoa y Leona, lo despacharon en un momento.
   
   En Peña Ubiña había hace unos años un zorro casi estabulado, que comía prácticamente de la mano de la gente. Parece mentira cómo un animal que habitualmente sale disparado en cuanto siente a un ser humano a cientos de metros de distancia se puede volver tan atrevido. Pero supongo que si supiéramos realmente lo que es el hambre lo comprenderíamos.


P.D. Alguien que mató al zorro de la última foto decidió decorar un rebollo colgándolo de una de sus ramas

lunes, 25 de febrero de 2013

Refugio de El Acebalín



   
   Casi engullido por uno de los mejores bosques de la sierra de Ancares se encuentra el pequeño refugio de El Acebalín, cuyo nombre procede de la gran masa de acebos que crece en sus inmediaciones. No lejos de allí, ya fuera del bosque, hay dos pequeñas lagunas llamadas Lagos de Villouso, bajo la ladera sudeste del Pico de la Mostallal, denominado Mustallar en muchas publicaciones. Hay un recorrido que parte del pueblo de Burbia, y que se describe adecuadamente en el libro Ancares en coche y a pie, donde se asciende al Pico de la Mostallal y tras los lagos de Villouso se accede al refugio de El Acebalín. 


   
   Como todos los refugios del occidente de la cordillera Cantábrica, el de El Acebalín no tiene luz ni guarda, porque consiste en una simple cabaña para pasar la noche, que en este caso se puede hacer en un altillo que tiene capacidad para varias personas.





martes, 19 de febrero de 2013

Braña de Valdeprado


   Hasta el año 2007, la braña de Valdeprado fue una braña fantasma. Aparecía en los mapas oficiales, sí, pero se la había tragado la tierra, porque ni pasando entre los restos de sus chozos -si las zarzas lo permitían- se veía una sola de sus piedras. Tan densa era la cubierta vegetal que los enmascaraba que la ocultación era perfecta. Un gran desbroce, por fin, las dejaba al descubierto. Para llegar a ellas se pasa por la cabecera del río Ceronciello o de Valdeprado, que allí es una interminable turbera. Se vaya desde donde se vaya, hay vadeo de río incómodo, e incluso con mojadura. Subiendo unos metros más, si no se ha borrado ya el hilo de desbroce que continuaba hasta el collado, se llega hasta el límite con los bosques de Degaña.

   El macizo de Valdeprado se levanta grandioso desde allí, justo al otro lado del valle y ya fuera del espacio natural Alto Sil -razón inexplicable-. Es zona de confluencia de los dos mapas editados por Calecha Ediciones, tanto el de Muniellos - Fuentes del Narcea -por la cercanía de los límites del parque natural- como el mapa del Alto Sil, por razones obvias.









miércoles, 13 de febrero de 2013

Entrevista a Iván Menéndez (Los Colores del Viento)



Iván Menéndez nació hace 32 años en Degaña y estudió cinematografía en Ponferrada. A pesar de su juventud, ha dedicado una buena parte de su vida a la actividad que le apasiona, rodando series, películas y programas de televisión con distintas productoras en Madrid, País Vasco, Asturias y Mallorca.  En septiembre de 2009, durante una escapada a su pueblo natal, conoció a una misteriosa dama francesa que se acababa de instalar en el pueblo abandonado de El Corralín. Ahí comienza su proyecto más personal que culmina hace unos meses con el magnífico documental “Los Colores del Viento”. Hoy charla con nosotros de su trabajo y del viaje interior que ha supuesto conocer a Francine…

***

Iván, va usted camino de hacerse famoso con este documental. ¿Me permite que le tutee ahora que todavía estamos a tiempo?
Por supuesto quiero que me tutees, yo no tengo edad pa que me traten de usted... Lo de hacerme famoso con este documental espero que no. No me gusta la fama, pero si me gustaría que llegase a muchos sitios y que lo viera mucha gente, eso sí.

Una de las cosas que más me ha gustado de tu trabajo es que no es ñoño ni cursi, que no busca el morbo ni  el sentimentalismo barato. ¿Crees que sin todos estos ingredientes te va a salir un proyecto rentable?
Bueno lo de la rentabilidad eso depende de qué hablemos. Si hablamos de rentabilidad monetaria, es posible que no lo sea, pero si hablamos de rentabilidad a nivel de aprendizaje y a nivel personal, hace tiempo que está rentabilizado el proyecto.  De momento el documental acaba de nacer, sólo tiene unos meses y prácticamente no ha salido de Asturias. No ha visto el mar siquiera. Lo estoy mandando a Festivales de Cine y de Documentales para ver cómo funciona y a la vez he hecho una edición en DVD con muchos extras aparte de la película para poder correr con los gastos de la distribución, porque no sé si te lo había dicho pero el documental es totalmente autogestionado. No hemos tenido ayudas públicas ni privadas. Los técnicos que me han ayudado a hacerlo y que siguen haciéndolo, lo han hecho de manera desinteresada. Espero poder recompensarles pronto por su buen hacer.

En la funda del DVD dice que esta historia forma parte de un proyecto más amplio sobre el comportamiento de las personas que viven aisladas. ¿Por qué este interés?  
Bueno de momento lo importante para mí es acabar este proyecto y después ya se verá. Proyectos en mente haylos pero, bueno, un proyecto no acaba hasta que la gente lo ve. La distribución es un trabajo largo y laborioso y ahora estamos en esa fase, al principio de ella, y quiero saborear los frutos que está dando este largo trabajo. Ver cara a cara las reacciones de la gente en las proyecciones y contar cómo lo hicimos directamente a los que quieren saberlo es una satisfacción muy grande. 

En cuanto a tu pregunta, no hay un interés consciente específico por mi parte hacia las personas que viven en soledad o aisladas pero sí que me han atraído desde niño estos comportamientos, quizá sea porque yo soy un poco así.

Francine vive en soledad y aislada, pero (casi) nunca se siente sola. Resulta paradójico que haya tanta gente en las ciudades que sí se siente sola, ¿no te parece?
Sí, lo es. Yo creo que la crisis no sólo es financiera sino también humana y de espíritu. Muchas de las cosas en las que habíamos creído durante muchos años se están viniendo abajo en poco tiempo y no somos capaces de ir asimilando los cambios sin que éstos nos creen traumas. Cada vez la gente tiene más miedos. Creo que la soledad es más un estado del alma que un estado físico. La gente ha de aprender a estar sola y a no tener miedo porque es lo natural.  Tarde o temprano todos nos quedaremos solos, hemos de aprender a estarlo para poder vivir felices y en paz con nosotros mismos y poder hacer felices a los que nos rodean.

¿Qué fue lo que te cautivó de Francine para dedicarle a este proyecto tres años de tu vida?
Sobre todo su vitalidad y su carácter de niña. Cuando le propuse hacer el documental se lo pensó muy poco y en seguida comenzamos a conocernos mejor y a grabar y cada vez me cautivaba más su carácter.

Después de conocerla, ¿te parece que es cierto aquello de que no es feliz el que más tiene sino el que menos necesita?
Por su puesto, además creo que esa es una de las hipótesis del documental.

¿Se puede ser feliz sin internet y sin teléfono móvil?
Sí, claro. Y sin tarjetas de crédito, ni DNI. Sé puede ser feliz de muchas maneras, sólo tienes que imaginarlas, y que esas cosas que imagines sean las cosas que realmente quieres. El mundo moderno ha cambiado nuestros hábitos y nuestras costumbres demasiado rápido, de vez en cuando está bien hacer cosas que normalmente no hacemos para vernos desde fuera, eso siempre viene bien.

¿Cuántas veces te han preguntado si estás un poco loco? Y, por cierto, ¿lo estás?
Muchas veces me lo han afirmado, ja, ja...  La verdad es que un poco sí que debo estarlo pero creo que la locura controlada es como el alcohol, la dopamina u otras drogas, a veces puede servir de inspiración y otras si abusas, te hacen mal.

¿Tienes algo de eremita?
Sí, un poco, soy degañés... Siempre me ha gustado perderme sólo en el monte. Recuerdo muchos paseos de pequeño en los montes de Degaña, en primavera y en invierno. Con nieve eran mis preferidos. Una vez me fui desde Degaña a Rebollar por los montes con 11 años. La nieve estaba recién caída, subí por la Ubia de Piedrafita y Penaforcada hasta el Puerto del Trayeto para bajar al Rebollar muchas horas más tarde. Ese viaje marcó mi vida. Fue la primera vez que vi lobos y jabalíes, fue algo insólito, eso sí, esa noche no dormí, tenía el miedo metido en los huesos. Soy un apasionado de la montaña, y en especial de las montañas de mi tierra, Degaña. Tengo una cabaña en un rincón de los valles degañeses y allí pasé muchos días sólo y con amigos construyéndola y disfrutando del entorno antes de conocer a Francine. Como diría ella, “para mí, es el Paraíso”...


El Corralín es un lugar mágico y misterioso. Lo era antes de la llegada de Francine y lo sigue siendo, todavía. ¿No tienes miedo de que se convierta en foco de atracción para curiosos y que pierda ese encanto?
Il Curralín es un sitio agreste e indómito, nadie lo podrá domesticar. A no ser que seas un lobo, un oso, un cunqueiro nostálgico o una Francine de los Bosques no deberías estar allí... La gente que vaya a visitar a Francine por haber visto el documental estoy seguro de que no causará ningún daño al entorno. Otra cosa será la gente que venga atraída por las milagrosas curaciones que le atribuyen al Corralín en la prensa (este es el peligro que corren algunos al contar las cosas sin reflexionar). El Corralín no es Lourdes, ni Francine es la Virgen. Ella sólo es una mujer que quiere vivir su vida de una manera concreta. Yo sólo espero que la gente respete ese hecho y se conforme con ver la película, que cuenta más de lo que te podrá contar ella en una visita rápida. Además lo que puedes ver en Corralín lo puedes ver también en Degaña, Trabáu, Rebol.lal, a Estierna, a Viliel.la, Fanduveigas, Zarréu, todos estos sitios tienen lugares tan mágicos como el Corralín en sus recovecos.

Se puede decir que eres profeta en tu tierra. ¿Crees que hay que salir del bosque para poder ver los árboles? O dicho de otra manera, ¿es necesario salir de casa para valorar y promocionar lo que tenemos?
No sé, depende. A veces supongo que salir de tu entorno te hará ver las cosas de manera diferente y quizá a valorar más lo que dejas atrás pero otras veces salir también te puede perjudicar si no estás preparado para ver el mundo, de hecho yo creo que a veces el destierro abre heridas que el regreso no puede curar, pero bueno eso ya es otro tema..



La funda del DVD es genial. ¿Has tenido a tu madre cosiendo día y noche?
Gracias. Mi madre es la que más fundas ha cosido con diferencia pero también Ague, mi chica, y Francine y su madre Juanita, han cosido alguna. Mis tías y mis primas también, y yo coso muchas y hago el resto. El diseño de la funda lo hicimos entre Ague y yo con tela que reciclamos del rodaje de Dr. Mateo. Era una tela que ellos querían tirar y yo recogí por si acaso. Hicimos una edición de 100 copias que se terminaron en 2 días. Ahora estamos con la 2ª edición de 100 copias más y ya están casi todas vendidas. La verdad es que yo no me esperaba toda la repercusión que está teniendo.

Creo que ha habido numerosas personas que han contribuido en la elaboración del documental de forma desinteresada y gratuita. ¿Tienes muchos amigos o es que la crisis genera más solidaridad?
Tengo bastantes colegas de trabajo y también unos cuantos amigos que me han ayudado porque les interesó el proyecto y porque supongo que confiaban en mí y en él.

¿Qué te ha reportado este proyecto a nivel personal?
Madurez, equilibrio, sensatez, experiencia, capacidad de empatizar más con los demás y muchas otras cosas que no sabría conceptualizar.

¿Y ahora? ¿Depresión post-parto o nuevas inquietudes?
¡¡No!!, creo que no habrá depresión postparto porque el bebé ha salido sano y ahora toca criarlo hasta que eche a volar y se vaya para siempre. Hay que disfrutar mientras se pueda, esa es una de las razones por las que distribuimos nosotros el docu y lo proyectamos allá donde nos reclamen, porque queremos disfrutar del pequeñín lo máximo. Ya tenemos proyecciones programadas en Murcia, Soria, Galicia, León y unas cuantas en Asturias, todo está surgiendo solo.  Pero después de  la distribución de “Los Colores del Viento” seguro que vendrán otros proyectos.

***

Iván, mil gracias por dedicarnos un trocito de tu tiempo.
  


Queremos recordar que una pequeña parte de los beneficios generados con la venta de este DVD, en concreto 1 Euro por cada uno, va destinada a la protagonista del documental y que si el lector desea contribuir comprando alguno (cuestan sólo 10 euros, por cierto), puede hacerlo directamente en la página de facebook: Los Colores del Viento o por correo electrónico a florayvan(arroba)yahoo(punto)es (La página web está de momento en construcción). 

martes, 12 de febrero de 2013

Un bosque cantábrico: Los Fasgadales

  

   Aunque la hoya excavada por los viejos glaciares del cuaternario que es el Campo de Santiago o de Martín Moro lleva las aguas que la recorren por el río Boeza hacia el Sil, este lugar pertenece a la comarca de Omaña, y en concreto al municipio de Murias de Paredes, siendo Fasgar la población más cercana y desde donde se alcanza más rápidamente. Sin ser tan grande como los abedulares de La Guariza en Fasgar o los otros omañeses de Vivero, Murias, Montrondo o el de El Fasgarón, el abedular de Los Fasgadales debió en su día de tener una extensión parecida al siguiente en tamaño de la lista, el de la Devesa de Fasgarejo. Un incendio al inicio del nuevo milenio hizo desaparecer la mitad de su extensión, que ahora se ve dividida en dos núcleos. Aún menguado, sus árboles supervivientes ayudan a dar contraste de color al resto de laderas de la cuenca glaciar, cubierta por uniforme brezo casi en su totalidad. En el límite occidental del abedular crece un bosque de tejos, sorprendente porque está orientado hacia el este, en una ladera bastante soleada para lo que les gusta a este tipo de árboles, pero quién sabe si no serán los arrabales de un antiguo tejedo mucho más grande que sí crecía en la próxima zona de umbría. A esta pequeña mancha oscura no le dio nombre un ganadero de Fasgar que encontré en la Campa de Santiago con su mujer, y que sí me facilitó o confirmó otros del entorno, que luego fueron plasmados en el mapa excursionista del Alto Sil.


   Varias rutas de los libros Alto Sil. 40 rutas a pie. Volumen 1 y Alto Sil. 40 rutas a pie. Volumen 2 se internan en el Campo de Martín Moro o Santiago o lo rodean por alguna de las montañas sobre su perímetro. Una de ellas atraviesa la zona desaparecida del abedular de Los Fasgadales para ascender a la montaña más llamativa del lugar, Las Peñonas. Hay que recordar que las tres publicaciones no sólo cubren el Alto Sil (Laciana, Palacios del Sil y parte de Páramo del Sil) sino también zonas circundantes de Omaña, El Bierzo, Somiedo, Cangas del Narcea o Degaña.



domingo, 10 de febrero de 2013

Día de perros en Somiedo


Un día de perros en el Puerto de Somiedo lo puede tener cualquiera. A 1.480 metros de altitud, las nevadas no pillan por sorpresa a sus habitantes ni en pleno mes de abril, como sucedió en esta ocasión, en plena elaboración de la Guía de Somiedo. Las puertas en los edificios más tradicionales se sitúan a dos metros de altura sobre el suelo (uno nunca sabe hasta dónde va a llegar la nieve). Eso sí, en El Puerto están sobradamente preparados: tractores quitanieves, madreñas gore-tex y, ¡que no falte!, la gloriosa cocina del Restaurante El Coronel. No todo van a ser penalidades...

jueves, 7 de febrero de 2013

Una montaña cantábrica: Las Rebezas o Alto del Potro

   
    Eclipsada por los vecinos y más espectaculares Muxivén y Cornón, la montaña llamada Las Rebezas en Lumajo y Alto del Potro en Sosas de Laciana, con sus 1.924 metros de altura podría ser una de las cumbres más altas de la sierra de Ancares o de las montañas de Cangas del Narcea, pero en su situación, inamovible sin remedio, no deja de ser una cumbre secundaria. El acceso a su cima es uno de los más cómodos del cordal que separa los citados valles (Lumajo y Sosas), y por el módico precio del esfuerzo en alcanzarla tendremos buen material para la contemplación del horizonte, con el abedular de Vildeo justo debajo, mientras que en la vertiente opuesta se encuentra la colmatada laguna de Las Borras, aparte de muchas siluetas de elevaciones importantes en la línea del cielo.
   
Se llega a su cumbre por la ruta normal del Muxivén desde Lumajo, o rodeando el abedular por el chozo para llegar al mismo collado. En su cima se conservan parapetos de la Guerra Civil, que se extienden por la línea de cumbres hacia el sur, aunque poco abundantes en las cimas más altas. Se describe con detalle el ascenso hasta el collado desde Sosas de Laciana o desde Lumajo en el libro Alto Sil. 40 rutas a pie. Volumen 1, en las rutas 6 y 9, y todos los senderos citados se pueden seguir con el mapa excursionista y turístico del Alto Sil.






martes, 5 de febrero de 2013

Vicente Calzón, madreñero. In Memoriam

   
   El valle del Pigüeña, en Somiedo, ha sido uno de los principales productores de madreñas de Asturias, si no el que más, y desde luego la proporción de madreñeros en relación a su población seguramente sí ha sido la más alta, ya que prácticamente en cada casa había alguien que hacía madreñas. De esta enorme cantera de artesanos de la madera salió Vicente Calzón Ordás, que en su juventud emigró del pueblo de Corés, en el valle de Pigüeña, a otro pueblo tres valles más al sudoeste, Veigaimiedru (Vegameoro), en la cabecera del valle del Naviego.

   En esta localidad canguesa ejerció su oficio hasta pasados ya los ochenta años, aunque en esas fechas sus trabajos eran espaciados, sobre todo coincidiendo con alguna feria artesana de la villa de Cangas del Narcea. Mis primeras madreñas me las hizo Vicente, y seguramente me durarán toda la vida, porque aunque las usé algo al principio, ahora ya no me cuadra hacerlo. En la casa de mi abuela siempre hubo madreñas, pero como visitante ocasional nunca tuve un par a mi nombre. En los años cincuenta y sesenta mi abuela llegaba a vender en su tienda de El Bierzo hasta doscientos pares al año, que encargaba a Argimiro Alba Álvarez, precisamente de la localidad somedano-belmontina de Aguasmestas, justo donde el río Pigüeña recibe al río Somiedo, en el límite norte del municipio.

   Hace unos meses me comentaron que Vicente Calzón había fallecido el año anterior, próximo a los noventa años de edad. Era un hombre algo tímido, pero con un astuto sentido del humor, y apreciado por los vecinos de su parroquia. Laso, el marido de la cartera, salía en su busca al atardecer, para traerlo de vuelta a su casa, donde ya se le había pasado la hora de las medicinas. Él andaba calentando el cuerpo al sol del otro lado del valle, porque en Veigaimiedru el invierno está racionado, y también quizá buscando varas de avellano para sus trabajos varios con la madera.
 
   Con Vicente Calzón se marchó el penúltimo madreñero. Ya sólo resta, oficialmente, el madreñero de Pambley.