viernes, 11 de enero de 2013

Primeros recuerdos de Ibias

 
   A mediados de los años 70, el inagotable afán exploratorio de mi padre nos llevó a lomos de un viejo 4 Latas (Renault 4), y de sólo tres velocidades, por las infernales carreteras de la comarca leonesa de La Cabrera, el casi igual de inexpugnable municipio de Oencia o las tierras lucenses de Cervantes, por citar sólo los territorios más enrevesados de recorrer en aquella época a cierta distancia de El Bierzo. Para mí aquello era el Finis Terrae, y no podía imaginar lugares de peor acceso o con mayor concentración de mujeres vestidas de negro con pañuelo a la cabeza.

   Muchas veces me gustaría que fuera factible poder almacenar impresiones en algún lugar estanco al deterioro, para luego poderlas revivir en un futuro, y comparar aquellas con las actuales que tengo de un determinado lugar o de una persona concreta. El tiempo pule e incluso cambia de tono o color nuestras percepciones del exterior, y aunque las más intensas se conservan en cierta manera, pierden una gran parte de esa inicial intensidad.

   No se me olvida la primera vez que visité Ibias, al filo del año 2000, como tampoco podré olvidar -casi nadie podrá- la anchura de la carretera que unía Cecos con Luiña hasta hace un par de años, ahora ensanchada casi en su totalidad. Estamos hablando de un carretera de coche y medio de anchura, y donde se suponía que tenían que entrar dos en caso de cruzarse; sin quitamiedos y con un precipicio por donde rodar perfectamente trescientos metros de desnivel hasta tocar fondo en el río de turno. Aquel día estaba ya anocheciendo cuando aparecieron las peñas del entorno de El Corralín al otro lado del parabrisas. Después de haber cruzado desde Rao hasta Pelliceira por pista de tierra y el citado trayecto hasta Luiña, aquella visión tremenda era la guinda para un postre de fantasía y asombro. ¿Cómo podía vivir alguien en aquel territorio tan salvaje, rondando el siglo XXI?

   Desde entonces he vuelto muchas veces por Ibias y, aunque al descubrir nuevos rincones me he llevado gratas sorpresas, ya no me infundió el temor inicial, ni siquiera en la subida al "Alpe d´Huez" del Peñón de Cuantas, por la impresionante carretera de Sena, aparentemente hacia otro fin del mundo, pero que de repente concluye en un lugar amable, con vistas a los preciosos pueblos de Os Coutos, y junto a la Cantina de la amabilísima, hospitalaria y excelente cocinera que es Marta -y su familia-.



   Los 22 hórreos con techo de paja de centeno -récord cantábrico-; el entorno de Seroiro y Pradias, con las Peñas del Infierno; la aparición del cortín de Cadenas al bajar de Villarmeirín, al pie de las verticales peñas que forman el mayor estrechamiento del valle del río Ibias, junto a la Ponte Nova camino de Villardecendias; los tremendos bosques de roble en torno a la braña de Moreda, cerca de Sisterna; el recorrido exquisito entre El Bao y la citada Ponte Nova; Pena Rugueira o Turrunteira -el más vistoso paisaje de alta montaña de Ibias- con sus bosques de la braña de Llanelo; el pueblo de Bustelín y su entorno de despeñaderos de conglomerado -¿cómo no iba a quedar abandonado Bustelín en semejante lugar?-; el valle de Valcárcel, en el tránsito por pista de tierra aparentemente hacia ninguna parte entre Alguerdo y Bustelo; la carretera del puerto del Connio, una de las más hermosas de toda la cordillera Cantábrica -a pesar de que mi padre, en un viaje en los años 80, que no recuerdo por qué me perdí, la definió como infernal e interminable-; Valdebuéis, junto a esa misma carretera, dentro de la misma Reserva de Muniellos, con sus paneras y su arquitectura primigenia; y tantos y tantos pueblos hermosos, que sería muy cansado y largo citar aquí. Todo eso y un cuanto más es Ibias, como cada vez más asturianos -y no asturianos- han comenzado a descubrir. Ibias está de moda, en el boca a boca, y sus alojamientos se llenan en plena crisis.

   ¿Aún no conoces Ibias? Pues ya estás tardando en venir.

   El primer libro de Calecha Ediciones estuvo dedicado a Ibias, contando con la participación de quien más ha difundido Ibias en la red, María del Roxo. http://www.calecha.com/151318/index.html